lunes, 30 de agosto de 2010

Dudar, quizás

El sábado mi amigo sureño Xnl me envió un par de mails casi sin respirar con algunas cuestiones que me pusieron a escribir casi inmediatamente.
Me decía que frente a algunas cosas dudaba. Pese a no ser intelectual, dudaba.
Y no, no es intelectual, o no vive de eso, al menos, pero pero duda y dudar te hace humano, y falible.
Bienvenido.
El tipo que no duda nunca sólo sirve para las campañas políticas, no es real, es un afiche y está sostenido por todo un aparato que trabaja 24/7 para él... para que no dude y para que además de que no dude, dé la imagen de que no duda.
Si no, no se cae a pedazos.
Fall down apart.

La seguridad del no dudar está sobrevaluada.

Creemos que el tipo que no vacila, no titubea es al que mejor le va. Y no creo que sea de ese modo.

No confio en la inflexibilidad de las opiniones ni en la irreversibilidad de los hechos...
Esa inflexibilidad nos coloca en un lugar peligroso, por la ceguera que provoca.

Dudar (y no hablo de ser un eterno interrogante, sino en el simple ejercicio de pensar y pensarse) es crecer, es contemplar, es profundizar.
Es dejar por un momento el instinto a un lado y poner a funcionar lo que nos hace humanos, que es el ejercicio de la razón.
En resumidas cuentas, lo prefiero dudoso.


martes, 10 de agosto de 2010

Doctor, doctor, can you see?


Hoy fui al médico.
Y mientras esperaba a que mi doc me atendiera (soy una expulsada por mis propios medios del sistema de salud) entró una mujer que me llamó mucho la atención porque parecía que la genética de Cindy Lauper y la de Boy George habían confluido en su ADN y la habían formado.
Rarísima.
Entró, me miró, me sonrío. Se acercó a la recepcionista, volvió a mirarme y a sonreirme.
Claro, yo tenia puesta una remera de The Smiths.
Se ve que Georgindy se sintió comprendida en su profundidad ochentosa.
Se llamaba Margarita en realidad.

Y le comentó a la recepcionista que hacía mucho tiempo que no iba a ver a este médico.
Georgindy /Margarita comentó que la recepcionista anterior era muy mayor y yo casi suelto una carcajada porque la recepcionista actual no es mucho más menor... pero me contuve porque la mujer se mostró muy orgullosa de ser más joven que alguien.

Luego, Margarita dijo que el doc y ella habían trabajado juntos en la clínica de un banco.
El mismo banco donde casualmente trabajo, pero evité que el dato se me filtrara.
Y le preguntó si otro doctor que ella conocía también atendía en ese consultorio.
La recepcionista dijo que sí.

Y se sentó. Con todo su maquillaje hiper barroco de labios rojos y ojos cargados de delineador y sombra.
Y su pelo rigidamente planchado y en afiladísimo corte carré.

Y por un momento tuve la impresión de que ella había ido a buscar a mi médico, en busca de un antiguo amor que no se había concretado como sus ilusiones lo dictaban.
Y que pedía por favor una revancha.