miércoles, 13 de mayo de 2009

Cuidado con lo que deseás porque se te puede cumplir

El lunes pasado (el de la semana anterior), estuve mirando algunos blogs de decoración y moda y bla, que me encantan, y no recuerdo en cual vi una mamushka y pensé "quiero una".

Al día siguiente, en otro blog, volví a ver una y volví a sentir el deseo de tenerla.

A la tarde / noche, cuando volví para casa, fui al supermercado y a buscar la ropa del lavadero.
Cuando estaba entrando al edificio, me encuentro con una madre y un hijo que habitualmente encuentro a la entrada y siempre me abren la puerta.
Él es un poco mayor a un adolescente y es el típico hijo medio gordito, vestido de negro que sale con su mamá a hacer las compras y reniega de eso.
Antes de abrir la puerta, la vi.
En el piso, chiquita y de madera, la mamushka.

En un ataque da amabilidad de los habituales que me agarran al entrar al edificio les pregunté si era suya (siempre encuentro cosas entre la puerta y el palier; la última vez encontré un sonajero y como cuando lo encontré justo bajaban dos señoras del ascensor y me agarró el consabido ataque, les pregunté si sería de ellas. Una me contestó que estaban un poco grande para eso).
Me dijeron que no.
Dije que dejaría la muñeca arriba del escritorio de la entrada por si el posible dueño aparecía a buscarla.

Y luego discutimos amablemente si podíamos entrar todos en el ascensor, y yo dije que éramos muchos y yo venía muy cargada.
Y cuando cerré la puerta del ascensor detrás de ellos, miré a la muñeca arriba del escritorio y pensé que yo no podía despreciar semejante regalo del universo.
Yo había dicho que quería una y el universo, de manera imprevista y curiosa, me había puesto lo que yo quería a mis pies.

Así que me la metí en el bolsillo.
Y ahora está en la repisa de casa. Es apenas más grande que mi dedo gordo.



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